Cuando nos acercamos al risco era como viajar en globo (bueno, eso creo porque yo nunca he viajado en globo). Las vistas son impresionantes, no aptas para cardíacos. Como en el resto de las rutas de Amurga, descubrimos un paisaje desconocido para los que pasamos en coche por la autopista o las carreteras hacia la cumbre: barrancos profundos y excavados en una piedra que se fractura en lascas, enormes cardones y tabaibas agradecidas a las escasas lluvias, pinos que crecen en cualquier grieta de las enormes paredes, vistas que se pierden en lo lejos...¡Qué más se puede pedir! ¡Ah! si, llegar al pico Talayón.
Cuando nos acercamos al risco era como viajar en globo (bueno, eso creo porque yo nunca he viajado en globo). Las vistas son impresionantes, no aptas para cardíacos. Como en el resto de las rutas de Amurga, descubrimos un paisaje desconocido para los que pasamos en coche por la autopista o las carreteras hacia la cumbre: barrancos profundos y excavados en una piedra que se fractura en lascas, enormes cardones y tabaibas agradecidas a las escasas lluvias, pinos que crecen en cualquier grieta de las enormes paredes, vistas que se pierden en lo lejos...¡Qué más se puede pedir! ¡Ah! si, llegar al pico Talayón.
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